Sunday, January 8, 2012

Dossier Hergé.



Un joven Hergé trabajando
 a solas en su estudio.

 Nacido en Etterbeek, Bélgica el 22 de mayo de 1907 Georges Prosper Remi tomará como seudónimo artístico el nombre de Hergé, creandolo en base a la pronunciación en francés de sus iniciales en sentido invertido (R.G). Hergé firma sus primeros trabajos bajo seudónimo pues no estaba muy seguro de sus habilidades como dibujante pero a pesar del paso del tiempo y de la evolución de su estilo fue éste el nombre que lo haría famoso y lo acompañaría durante toda su carrera. Creador de Tintín entre otros personajes es sin dudas una de las mayores influencias dentro del terreno del comic europeo ya que su querido personaje se encuentra en el mismo panteón de “héroes franco/belgas” que las creaciones de Reneé Goscinny y Albert Uderzo (Asterix) y Peyo (Los Pitufos). También su particular estilo de dibujo caracterizado por la claridad de su línea ha sabido influenciar a varios artistas en éste lado del atlántico.

 Artista controversial como pocos se gana esa fama gracias a los temas que aborda en sus álbumes de Tintín, donde no solo muestra una actitud completamente anti capitalista (reflejo de la época) sino que además toca temas como la segregación racial y otros tipos de discriminación solo que no siempre desde el punto de vista al que uno está acostumbrado hoy día. Durante varios años trabajo en publicaciones que estaban controladas por el régimen nazi que en ese momento había invadido Bruselas, cosa que le valió estar preso más de una vez luego de la caída del eje. Uno de sus mentores era un cura con tendencias comunistas y pro nazi que le ofreció al joven Hergé crear un personaje para publicar en un diario para poder llegar al público joven y así hacerles llegar su propaganda política. El joven artista acepto y así es como nace Tintín y serán aquellos primeros libros los que van a fagocitar la controversia en torno a su autor. Según Hergé solo hacía sus historias por diversión, no es hasta que desarrolla ´El Loto azul´ que la situación cambia y va dejando de lado el aspecto político en su trabajo para volcarse más al lado de la aventura. Algunos llaman al buen señor Remi un turista de salón, ya que mientras sus personajes viajaban por todo el mundo él nunca había salido a ningún lado, de modo que va desarrollando una afición por vivir aventuras a través de sus personajes, quienes van evolucionando con el paso del tiempo como toda entidad viva, ya que van acumulando el conocimiento y las experiencias que van obteniendo a lo largo de sus varias aventuras.

 Autor metódico y preciso, era dueño de una forma de trabajar que sentaría las bases tanto para futuros artistas como para la creación de estudios que producirán comics en el futuro. Su método era bien estructurado pero no por ello impenetrable y mucho menos inalterable, era algo que se permitía ser tan flexible como los propios límites de su autor lo permitieran. Hergé era dueño de varios cuadernos en los que iba anotando ideas, secuencias, gags humorísticos y posibles tramas que luego usaría para la creación de sus historias de Tintín. Muchas veces las ideas eran solo conceptos sueltos y cosas descolocadas que se le iban cruzando por la cabeza o que venían a él debido a la exposición a la realidad. Muchas veces Hergé dijo que su principal fuente de inspiración era la vida misma, y que él lo único que hacía era observar cosas simples que luego irían desembocando en eventos más complejos.  “Quiero a mis personajes, creo en ellos, existen para mí. Me parece que reaccionaría como ellos si me encontrara en las situaciones en que los he puesto” comenta el propio Hergé desde uno de los tantos libros que se han escrito sobre él y sus métodos de trabajo.

 Sin dudas su método era suyo y de nadie más, fruto más que nada de su amor por el dibujo, las historias iban surgiendo en paralelo a los dibujos que habrían de acompañarla. Hergé no tardó mucho en darse cuenta que ésta forma de trabajo era sumamente restrictiva, no solo porque se le iban ocurriendo nuevas historias todo el tiempo sino porque además se le hacía difícil mantener una estructura dentro de la misma historia. Así surge de a poco su nueva forma de trabajar en la que se asegura el seguimiento de ciertos pasos en determinados momentos para así evitar cometer errores de cualquier tipo. Una de las cosas que más preocupaban a Hergé como autor era la plausibilidad de sus historias. Si bien era capaz de mandar a sus personajes a la luna cuando esto era todavía solo una fantasía él se preocupaba por mantener un pie anclado en la realidad lo más posible. Otro elemento que le importaba mucho era el de reflejar las cosas de la manera más realista posible, eso lo llevó a tener archivadores completos llenos de materiales de referencia que incluían de todo, desde muebles hasta vehículos, pasando por casas, ropas, elementos cotidianos y mucho material relacionado con los países que visitarían sus personajes.

 Su cuidado era tal que llegaba a tener fotos de aeropuertos y descripciones de rutas de vuelo que llegó a usan en uno de los tantos libros de Tintín (vuelo 714 para Sídney, de 1966). Hoy día hay directores de cine que en la etapa de pre producción de una película organizan viajes con su equipo de producción para que vean y experimenten de primera mano las locaciones en las que van a filmar, las condiciones climáticas y como es la luz del lugar entre otras cosas. El director de animación japonesa Mamoru Oshii hizo un viaje por toda Europa cuando se encontraba desarrollando la película The Sky Crawlers en busca de elementos que aportaran un mayor grado de credibilidad a la historia de pilotos que estaba por dirigir. En la versión en DVD se lo ve sacando fotos de hangares rusos, aviones viejos, oficinas y escuelas del período de la guerra y preocupándose por reflejar de forma correcta los mecanismos que hacían que las puertas se abrieran, las escaleras que usaban para subir a los aviones y hasta los contadores de electricidad propios de cada lugar. Hergé hacía algo similar en cuanto que cuando podía salía de expedición con algunos de sus ayudantes en busca de cosas que iban a precisar para el desarrollo del álbum en el que estuvieran trabajando. 

 Visitaban así aeropuertos, zoológicos, museos, siempre con cuadernos que llenaban de bocetos y cámaras con las que sacaban fotos específicas que luego serían empleadas como referencia. “Lo que es importante para que yo pueda creerme mis historias es que parezcan reales. Se puede hacer de otra manera, dejar volar la imaginación, pero yo, primero, necesito poder creérmelo. Mi realismo me resulta absolutamente imprescindible para trabajar”. Esto a veces hacía que el avance del álbum se viera perjudicado o enlentecido, y bien podía llegar a ser eso o el mismo Hergé, quien más de una vez decidió interrumpir un proyecto por la mitad a causa de no estar del todo satisfecho con la historia. Esto lo llevaría a replantear situaciones enteras, re trabajar diálogos y en algún que otro caso a cambiar incluso el itinerario de los protagonistas. Es que Hergé era alguien muy exigente a nivel general y como casi todo artista extremadamente exigente consigo mismo. De modo que si el material que se encontraba produciendo no lo satisfacía a él poco importaba lo que dijera el resto.  “Hay que saber de dónde se parte y –a ser posible- adónde se quiere llegar, incluso si el camino que se va a seguir da numerosos rodeos y zigzaguea mucho, e ¡incluso cuando el punto de llegada no corresponde siempre al objetivo que uno se había fijado” dijo Hergé en una entrevista sobre ésta forma de hacer las cosas. Una de las repercusiones de esto era el largo tiempo que llegaba a pasar entre álbum y álbum, cuando lo normal era que una serie publicara un volumen nuevo por año los lectores de Tintín supieron esperar hasta seis años por una nueva historia.


Primer esbozo de una página.
 Pero volvamos a su proceso creativo. “Para mí, siempre, texto y dibujo nacen simultáneamente, completándose y explicándose mutuamente. Solo poco a poco, en el decurso mismo del relato, la historia irá desarrollándose, fortaleciéndose con nuevos personajes, gags y episodios inesperados. Y aquí es donde interviene el desglose gráfico. Hacen falta a veces decenas de borradores antes de llegar al desglose definitivo”. Por desglose gráfico Hergé se refería a lo que empleaba para desarrollar el álbum. El iba creando en papel carta una versión muy cruda de lo que sería el álbum final. Tomaba una hoja y en ella hacía una página, delimitaba cuatro tiras horizontales que luego usaba para ir colocando las viñetas individuales en ellas. El dibujo que realizaba era muy crudo, casi esquemático, limitándose a establecer espacialmente a los personajes y marcando cual era cual, estos dibujos los podía hacer tanto con lápiz como con una lapicera. Además ya va poniendo diálogos en los mismos paneles a medida que los va dibujando, todo escrito a mano y con una letra que cuesta mucho reconocer.

 El objetivo de esto es ya ir tomando en cuenta cuanto espacio va a ocupar el dialogo e ir descubriendo donde es que las ideas gráficas que tenía en mente no funcionan de la manera que él se había imaginado en primera instancia. Si bien Hergé es conocido por el nivel de detalle que llegaban a tener sus paneles él nunca perdió de vista cual era el objetivo principal de hacer una historieta; estamos hablando, desde luego, del hecho de contar una historia. Es por ello que llegaba a retocar una misma página hasta unas diez o quince veces si notaba que había algo que no funcionaba. Incluso a veces en el medio de la vorágine creativa se le ocurrían nuevas ideas que anotaba en los márgenes de las hojas y que a veces lo llevaban a cambiar la historia como se ha dicho con anterioridad. Aquí también aprovechaba para sacar las ideas que tenía en sus cuadernos y las intercalaba en sus guiones con la esperanza de alivianar un poco la historia con algún gag o situación cómica siempre y cuando no retrasara el avance de la historia. Cuando todo está balanceado y listo es cuando el autor se prepara para llevar las cosas al próximo nivel: el dibujo a lápiz.


 “En esta fase es cuando utilizo toda mi energía. Dibujo con furia, con rabia, borro, tacho, insulto, me corrijo, maldigo, esbozo otra postura. Incluso a veces sucede que de tanto empeñarme en una postura agujereo el papel, por lo absorto que estoy tratando de conferir a la expresión o al movimiento la máxima intensidad” [Hergé]. Es de los que piensan que la etapa del lápiz es más importante en su fase de boceto, donde ya comienza a esbozar los movimientos y las expresiones que quedaran en la página final. “El boceto es algo vivo” es “más que un simple conjunto de líneas solapadas que conforman un todo” es dueño de la energía y del carácter del personaje. Tratar de conservar esa energía era tan importante como el deshacerse de aquellas imágenes que no lograban alcanzar su cometido, por ello los borrones y tachones y el ocasional agujero. Vale acotar que en ésta etapa ya trabajaba en un formato más grande, generalmente el doble al tamaño de la página del álbum y si sus paneles iban quedando mal en una de las láminas tomaba entonces otra hoja de papel y lo hacía de nuevo, acomodando la escala, la pose o lo que fuera necesario. Podía llegar a tener una sola página fraccionada en unos veinte papeles diferentes, no importaba, al fin y al cabo iba a tomar lo que precisara y calcarlo en la plancha definitiva haciendo uso de un lightbox.

 Nada de cohibirse, nada de limitarse, dibujar es primero que nada intentar expresar algo, ya sea con una expresión facial, una postura o un ademán, y esas cosas llevan tiempo y práctica, y cuando no salen hay que buscarlas, hay que ganárselas, hacer que el trazo fluya, que vaya y que venga, hay que dejarlo que nos hable y somos nosotros los artistas los que debemos tener los ojos abiertos para reconocer que es lo que funciona y que es lo que no. Dibujar es un acto de pasión y es para muchos una manera de exorcizar demonios interiores (tal fue el caso de Hergé en su libro ´Tintín en el Tíbet´), de ahí que la vigorosidad del trazo lleve a la ruptura del papel. Es fundamental que para que esto no se torne un mal recurrente los materiales sean buenos, en el caso de Hergé usaba papel común de carta para los bocetos y paneles sueltos y un papel de mayor gramaje para la página final. Usaba su habitual portaminas con minas no muy duras, sus reglas y sus gomas, todos elementos que ya conocía de antemano, porque él, al igual que el resto de nosotros tenía sus propias herramientas ya seleccionadas.

 Otro elemento que siempre tenía a mano cuando se encerraba a dibujar era un espejo. Hay que acotar que todas las etapas previas al dibujo a lápiz las podía llevar a cabo con otra gente alrededor, pero cuando llegaba la hora de ponerse a dibujar propiamente pedía que no se lo molestara y se encerraba en su estudio sin más compañía que la radio. Frente al espejo imitaba caras, posaba en poses extrañas y actuaba los gestos que sus queridos personajes necesitaban para llevar la historia a buen puerto. De ser necesario llamaría a un colaborador para que adopte una pose y así él pudiera tomar notas en vivo de lo que le hiciera falta, probando de diferentes ángulos y cosas por el estilo, “Muy a menudo, le pido a Bob De Moor, mi ayudante principal, que tome uno u otro croquis de mí posando. Antes que ponerme a explicar profusamente a uno de mis colaboradores qué pose tiene que tomar, me resulta más sencillo tomar la pose yo mismo y encargar a otro que haga el croquis” [Hergé].

 Una vez terminada la etapa del lápiz llegaba el momento de limpiar los dibujos, esto es el despojarlos del exceso de líneas innecesarias y quedarse solo con lo más fundamental. Ya desde temprano en su carrera Hergé es adepto de la línea clara y de un estilo que está basado en la sencillez y la eficacia. Toma ahora papel manteca y calca solo los dibujos que va a poner en el álbum. Hace cambios minúsculos allá donde hagan falta, retoca ésta o aquella línea para que quede más armoniosa con el resto, retoca escalas y encuadres de paneles para dar mayor dramatismo a la imagen, y así va armando la página, con retazos de papel de calcar superpuestos. Luego toma eso y con cuidado lo pega a la parte de atrás de la lámina final, donde uno a uno va calcando los paneles. Deja así una página limpia de borrones, flechas y anotaciones, con todo ya listo y en escala para acomodar luego el texto. Esta es también la página que se va a usar para entintar, proceso que se lleva a cabo y al final del cual se borra cualquier rastro de lápiz que pueda vislumbrarse por debajo de la tinta china. Muchos de los artistas modernos hacen algo similar pero con una mina de otro color, azul o roja en la mayoría de los casos, ya que esto les da la libertad de poder entintar directo sobre el dibujo sin tener que borrar el lápiz cuando se termina. Se emplean éstos colores en particular porque a la hora de escanear el dibujo en blanco y negro el escáner no los toma, solo registra el negro de la tinta.


 Hergé tenía un estudio con varios asistentes que se especializaban en diferentes cosas y se encargaba de ponerlos a buen uso cuando se trataba de completar las páginas. Hoy día aún se suele trabajar de esa forma en Japón, donde artistas de manga como Takehiko Inoue, el autor de Slam Dunk y Vagabond solo dibuja los personajes y las caras mientras que sus asistentes completan los fondos y hasta los entintan. Muchas veces Hergé se encargaba solo de dibujar a los personajes, dejando los fondos u otros detalles en manos de sus asistentes. A veces llegaba incluso a dejar en sus manos algunas de las etapas del entintado, pero siempre abocándose a lo mismo, siempre al resto de las cosas, no los personajes. Sobre esto Hergé dijo: “Algunos de mis colaboradores darán forma y precisión a los paisajes, arquitecturas o vehículos que por el momento no están más que indicados. Hay que cuidar de no lastrar el dibujo, sobrecargándolo con detalles superfluos. La máxima sencillez y también la máxima fidelidad al estilo general, pues es necesario que toda la lámina –personajes, aparatos, elementos del decorado- parezcan ser fruto de la misma mano”.

 Lo que sí trataba de hacer él mismo era entintar todo, ya que ese era el paso que actuaba como el pegamento que unía todo y unificaba bajo un mismo estilo cualquier mínima diferencia que pudiera haber surgido entre su dibujo y el aporte de los asistentes. Para ello se valía de la tradicional pluma y tinta china. Usaba diferentes plumas por las diferentes líneas que se pueden obtener de ellas y no usaba regla ni moldes para las curvas. Todo lo hacía a mano alzada, de esa manera le daba un acabado más orgánico a todo lo que dibujaba ya que era partidario de la idea de que todo hecho de manera muy perfecta actuaba en contra del lector, enajenándolo y distanciándolo de la historia.

Proceso de color sin los negros.
 El siguiente paso consistía en tomar la página entintada y llevarla al taller para la parte fotomecánica del proceso. Una cámara tomaba una foto de la página completa que luego se imprimía en un acetato transparente donde solo quedaba lo negro de la tinta. Con una versión de la página en el tamaño de impresión se trabajaban los colores en una superficie diferente, luego se superponía la lámina con el negro y en base a esa conjunción se podían realizar los ajustes o cambios pertinentes. Hergé no coloreo los libros durante la gran parte de su producción, dejaba eso en manos de gente más idónea para el trabajo. Sin embargo él siempre supervisaba todo y nunca tuvo ningún recado en decir donde hacían falta correcciones, después de todo eran su trabajo y su nombre los que estaban en juego.

 Hergé llego a producir 23 tomos de las aventuras de Tintín y uno incompleto que fue publicado de dos maneras diferentes, una incompleta con los dibujos a lápiz y el resto del guión en forma escrita en 1986 y una más reciente finalizada por el dibujante Yves Rodier emulando el estilo de Hergé llamado “Tintín y el arte alfa”. Murió el 3 de marzo de 1983, a los 75 años debido a complicaciones causadas por la anemia que venía sufriendo pero lo sobreviven las inmortales aventuras de su querido Tintín, Milú y todo el séquito de personajes secundarios que pululan por sus libros. Su obra se ha visto traducida a más de cuarenta idiomas entre los cuales se encuentra desde luego el español y ha sido adaptada a otros medios como el cine y la animación. Su más reciente adaptación es la que realizó Steven Spielberg en 2011 llamada “Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio”.


©2012 Brainstorm producciones.
©2012 Hergé para toda la documentación gráfica.
©1991 by Casterman, Tournai.

Información recabada de los siguientes medios:
Goddin, Phillipe. Cómo nace un comic, espiando a Hergé – Editorial Juventud, España, 1993.
Tintín et moi (Tintín y yo). Documental dirigido por Anders Ostergaard. 2003 Angel Films & Finland Svenska Television (FST).


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