Un joven Hergé trabajando a solas en su estudio. |
Nacido en Etterbeek,
Bélgica el 22 de mayo de 1907 Georges Prosper Remi tomará como seudónimo
artístico el nombre de Hergé, creandolo en base a la pronunciación en francés
de sus iniciales en sentido invertido (R.G). Hergé firma sus primeros trabajos
bajo seudónimo pues no estaba muy seguro de sus habilidades como dibujante pero
a pesar del paso del tiempo y de la evolución de su estilo fue éste el nombre
que lo haría famoso y lo acompañaría durante toda su carrera. Creador de Tintín
entre otros personajes es sin dudas una de las mayores influencias dentro del
terreno del comic europeo ya que su querido personaje se encuentra en el mismo
panteón de “héroes franco/belgas” que las creaciones de Reneé Goscinny y Albert
Uderzo (Asterix) y Peyo (Los Pitufos). También su particular estilo de dibujo
caracterizado por la claridad de su línea ha sabido influenciar a varios
artistas en éste lado del atlántico.
Artista controversial
como pocos se gana esa fama gracias a los temas que aborda en sus álbumes de
Tintín, donde no solo muestra una actitud completamente anti capitalista
(reflejo de la época) sino que además toca temas como la segregación racial y
otros tipos de discriminación solo que no siempre desde el punto de vista al
que uno está acostumbrado hoy día. Durante varios años trabajo en publicaciones
que estaban controladas por el régimen nazi que en ese momento había invadido
Bruselas, cosa que le valió estar preso más de una vez luego de la caída del
eje. Uno de sus mentores era un cura con tendencias comunistas y pro nazi que
le ofreció al joven Hergé crear un personaje para publicar en un diario para
poder llegar al público joven y así hacerles llegar su propaganda política. El joven artista acepto y así es como nace Tintín y serán aquellos primeros libros los que van a
fagocitar la controversia en torno a su autor. Según Hergé solo hacía sus
historias por diversión, no es hasta que desarrolla ´El Loto azul´ que la
situación cambia y va dejando de lado el aspecto político en su trabajo para
volcarse más al lado de la aventura. Algunos llaman al buen señor Remi un
turista de salón, ya que mientras sus personajes viajaban por todo el mundo él nunca
había salido a ningún lado, de modo que va desarrollando una afición por vivir
aventuras a través de sus personajes, quienes van evolucionando con el paso del
tiempo como toda entidad viva, ya que van acumulando el conocimiento y las
experiencias que van obteniendo a lo largo de sus varias aventuras.
Autor metódico y
preciso, era dueño de una forma de trabajar que sentaría las bases tanto para
futuros artistas como para la creación de estudios que producirán comics en el
futuro. Su método era bien estructurado pero no por ello impenetrable y mucho
menos inalterable, era algo que se permitía ser tan flexible como los propios
límites de su autor lo permitieran. Hergé era dueño de varios cuadernos en los
que iba anotando ideas, secuencias, gags humorísticos y posibles tramas que
luego usaría para la creación de sus historias de Tintín. Muchas veces las
ideas eran solo conceptos sueltos y cosas descolocadas que se le iban cruzando
por la cabeza o que venían a él debido a la exposición a la realidad. Muchas
veces Hergé dijo que su principal fuente de inspiración era la vida misma, y
que él lo único que hacía era observar cosas simples que luego irían
desembocando en eventos más complejos. “Quiero
a mis personajes, creo en ellos, existen para mí. Me parece que reaccionaría
como ellos si me encontrara en las situaciones en que los he puesto” comenta el
propio Hergé desde uno de los tantos libros que se han escrito sobre él y sus
métodos de trabajo.
Sin dudas su método
era suyo y de nadie más, fruto más que nada de su amor por el dibujo, las historias
iban surgiendo en paralelo a los dibujos que habrían de acompañarla. Hergé no
tardó mucho en darse cuenta que ésta forma de trabajo era sumamente
restrictiva, no solo porque se le iban ocurriendo nuevas historias todo el
tiempo sino porque además se le hacía difícil mantener una estructura dentro de
la misma historia. Así surge de a poco su nueva forma de trabajar en la que se
asegura el seguimiento de ciertos pasos en determinados momentos para así
evitar cometer errores de cualquier tipo. Una de las cosas que más preocupaban
a Hergé como autor era la plausibilidad de sus historias. Si bien era capaz de
mandar a sus personajes a la luna cuando esto era todavía solo una fantasía él
se preocupaba por mantener un pie anclado en la realidad lo más posible. Otro
elemento que le importaba mucho era el de reflejar las cosas de la manera más
realista posible, eso lo llevó a tener archivadores completos llenos de
materiales de referencia que incluían de todo, desde muebles hasta vehículos,
pasando por casas, ropas, elementos cotidianos y mucho material relacionado con
los países que visitarían sus personajes.
Su cuidado era tal
que llegaba a tener fotos de aeropuertos y descripciones de rutas de vuelo que
llegó a usan en uno de los tantos libros de Tintín (vuelo 714 para Sídney, de
1966). Hoy día hay directores de cine que en la etapa de pre producción de una
película organizan viajes con su equipo de producción para que vean y
experimenten de primera mano las locaciones en las que van a filmar, las
condiciones climáticas y como es la luz del lugar entre otras cosas. El
director de animación japonesa Mamoru Oshii hizo un viaje por toda Europa
cuando se encontraba desarrollando la película The Sky Crawlers en busca de
elementos que aportaran un mayor grado de credibilidad a la historia de pilotos
que estaba por dirigir. En la versión en DVD se lo ve sacando fotos de hangares
rusos, aviones viejos, oficinas y escuelas del período de la guerra y
preocupándose por reflejar de forma correcta los mecanismos que hacían que las
puertas se abrieran, las escaleras que usaban para subir a los aviones y hasta
los contadores de electricidad propios de cada lugar. Hergé hacía algo similar
en cuanto que cuando podía salía de expedición con algunos de sus ayudantes en
busca de cosas que iban a precisar para el desarrollo del álbum en el que
estuvieran trabajando.
Visitaban así aeropuertos, zoológicos, museos, siempre
con cuadernos que llenaban de bocetos y cámaras con las que sacaban fotos
específicas que luego serían empleadas como referencia. “Lo que es importante
para que yo pueda creerme mis historias es que parezcan reales. Se puede hacer
de otra manera, dejar volar la imaginación, pero yo, primero, necesito poder
creérmelo. Mi realismo me resulta absolutamente imprescindible para trabajar”. Esto
a veces hacía que el avance del álbum se viera perjudicado o enlentecido, y
bien podía llegar a ser eso o el mismo Hergé, quien más de una vez decidió
interrumpir un proyecto por la mitad a causa de no estar del todo satisfecho
con la historia. Esto lo llevaría a replantear situaciones enteras, re trabajar
diálogos y en algún que otro caso a cambiar incluso el itinerario de los
protagonistas. Es que Hergé era alguien muy exigente a nivel general y como
casi todo artista extremadamente exigente consigo mismo. De modo que si el
material que se encontraba produciendo no lo satisfacía a él poco importaba lo
que dijera el resto. “Hay que saber de
dónde se parte y –a ser posible- adónde se quiere llegar, incluso si el camino
que se va a seguir da numerosos rodeos y zigzaguea mucho, e ¡incluso cuando el
punto de llegada no corresponde siempre al objetivo que uno se había fijado”
dijo Hergé en una entrevista sobre ésta forma de hacer las cosas. Una de las
repercusiones de esto era el largo tiempo que llegaba a pasar entre álbum y álbum,
cuando lo normal era que una serie publicara un volumen nuevo por año los
lectores de Tintín supieron esperar hasta seis años por una nueva historia.
Primer esbozo de una página. |
Pero volvamos a su
proceso creativo. “Para mí, siempre, texto y dibujo nacen simultáneamente,
completándose y explicándose mutuamente. Solo poco a poco, en el decurso mismo
del relato, la historia irá desarrollándose, fortaleciéndose con nuevos
personajes, gags y episodios inesperados. Y aquí es donde interviene el
desglose gráfico. Hacen falta a veces decenas de borradores antes de llegar al
desglose definitivo”. Por desglose gráfico Hergé se refería a lo que empleaba
para desarrollar el álbum. El iba creando en papel carta una versión muy cruda
de lo que sería el álbum final. Tomaba una hoja y en ella hacía una página,
delimitaba cuatro tiras horizontales que luego usaba para ir colocando las
viñetas individuales en ellas. El dibujo que realizaba era muy crudo, casi
esquemático, limitándose a establecer espacialmente a los personajes y marcando
cual era cual, estos dibujos los podía hacer tanto con lápiz como con una
lapicera. Además ya va poniendo diálogos en los mismos paneles a medida que los
va dibujando, todo escrito a mano y con una letra que cuesta mucho reconocer.
El objetivo de esto es ya ir tomando en cuenta cuanto espacio va a ocupar el
dialogo e ir descubriendo donde es que las ideas gráficas que tenía en mente no
funcionan de la manera que él se había imaginado en primera instancia. Si bien Hergé
es conocido por el nivel de detalle que llegaban a tener sus paneles él nunca
perdió de vista cual era el objetivo principal de hacer una historieta; estamos
hablando, desde luego, del hecho de contar una historia. Es por ello que
llegaba a retocar una misma página hasta unas diez o quince veces si notaba que
había algo que no funcionaba. Incluso a veces en el medio de la vorágine
creativa se le ocurrían nuevas ideas que anotaba en los márgenes de las hojas y
que a veces lo llevaban a cambiar la historia como se ha dicho con anterioridad.
Aquí también aprovechaba para sacar las ideas que tenía en sus cuadernos y las
intercalaba en sus guiones con la esperanza de alivianar un poco la historia
con algún gag o situación cómica siempre y cuando no retrasara el avance de la
historia. Cuando todo está balanceado y listo es cuando el autor se prepara
para llevar las cosas al próximo nivel: el dibujo a lápiz.
“En esta fase es
cuando utilizo toda mi energía. Dibujo con furia, con rabia, borro, tacho,
insulto, me corrijo, maldigo, esbozo otra postura. Incluso a veces sucede que
de tanto empeñarme en una postura agujereo el papel, por lo absorto que estoy
tratando de conferir a la expresión o al movimiento la máxima intensidad”
[Hergé]. Es de los que piensan que la etapa del lápiz es más importante en su
fase de boceto, donde ya comienza a esbozar los movimientos y las expresiones
que quedaran en la página final. “El boceto es algo vivo” es “más que un simple
conjunto de líneas solapadas que conforman un todo” es dueño de la energía y
del carácter del personaje. Tratar de conservar esa energía era tan importante
como el deshacerse de aquellas imágenes que no lograban alcanzar su cometido, por
ello los borrones y tachones y el ocasional agujero. Vale acotar que en ésta
etapa ya trabajaba en un formato más grande, generalmente el doble al tamaño de
la página del álbum y si sus paneles iban quedando mal en una de las láminas
tomaba entonces otra hoja de papel y lo hacía de nuevo, acomodando la escala,
la pose o lo que fuera necesario. Podía llegar a tener una sola página
fraccionada en unos veinte papeles diferentes, no importaba, al fin y al cabo
iba a tomar lo que precisara y calcarlo en la plancha definitiva haciendo uso
de un lightbox.
Nada de cohibirse,
nada de limitarse, dibujar es primero que nada intentar expresar algo, ya sea
con una expresión facial, una postura o un ademán, y esas cosas llevan tiempo y
práctica, y cuando no salen hay que buscarlas, hay que ganárselas, hacer que el
trazo fluya, que vaya y que venga, hay que dejarlo que nos hable y somos
nosotros los artistas los que debemos tener los ojos abiertos para reconocer
que es lo que funciona y que es lo que no. Dibujar es un acto de pasión y es
para muchos una manera de exorcizar demonios interiores (tal fue el caso de
Hergé en su libro ´Tintín en el Tíbet´), de ahí que la vigorosidad del trazo
lleve a la ruptura del papel. Es fundamental que para que esto no se torne un
mal recurrente los materiales sean buenos, en el caso de Hergé usaba papel
común de carta para los bocetos y paneles sueltos y un papel de mayor gramaje
para la página final. Usaba su habitual portaminas con minas no muy duras, sus
reglas y sus gomas, todos elementos que ya conocía de antemano, porque él, al igual
que el resto de nosotros tenía sus propias herramientas ya seleccionadas.
Otro elemento que
siempre tenía a mano cuando se encerraba a dibujar era un espejo. Hay que
acotar que todas las etapas previas al dibujo a lápiz las podía llevar a cabo
con otra gente alrededor, pero cuando llegaba la hora de ponerse a dibujar
propiamente pedía que no se lo molestara y se encerraba en su estudio sin más
compañía que la radio. Frente al espejo imitaba caras, posaba en poses extrañas
y actuaba los gestos que sus queridos personajes necesitaban para llevar la
historia a buen puerto. De ser necesario llamaría a un colaborador para que
adopte una pose y así él pudiera tomar notas en vivo de lo que le hiciera
falta, probando de diferentes ángulos y cosas por el estilo, “Muy a menudo, le
pido a Bob De Moor, mi ayudante principal, que tome uno u otro croquis de mí
posando. Antes que ponerme a explicar profusamente a uno de mis colaboradores
qué pose tiene que tomar, me resulta más sencillo tomar la pose yo mismo y
encargar a otro que haga el croquis” [Hergé].
Una vez terminada la
etapa del lápiz llegaba el momento de limpiar los dibujos, esto es el
despojarlos del exceso de líneas innecesarias y quedarse solo con lo más
fundamental. Ya desde temprano en su carrera Hergé es adepto de la línea clara
y de un estilo que está basado en la sencillez y la eficacia. Toma ahora papel
manteca y calca solo los dibujos que va a poner en el álbum. Hace cambios
minúsculos allá donde hagan falta, retoca ésta o aquella línea para que quede
más armoniosa con el resto, retoca escalas y encuadres de paneles para dar
mayor dramatismo a la imagen, y así va armando la página, con retazos de papel
de calcar superpuestos. Luego toma eso y con cuidado lo pega a la parte de
atrás de la lámina final, donde uno a uno va calcando los paneles. Deja así una
página limpia de borrones, flechas y anotaciones, con todo ya listo y en escala
para acomodar luego el texto. Esta es también la página que se va a usar para
entintar, proceso que se lleva a cabo y al final del cual se borra cualquier
rastro de lápiz que pueda vislumbrarse por debajo de la tinta china. Muchos de
los artistas modernos hacen algo similar pero con una mina de otro color, azul
o roja en la mayoría de los casos, ya que esto les da la libertad de poder
entintar directo sobre el dibujo sin tener que borrar el lápiz cuando se
termina. Se emplean éstos colores en particular porque a la hora de escanear el
dibujo en blanco y negro el escáner no los toma, solo registra el negro de la
tinta.
Hergé tenía un
estudio con varios asistentes que se especializaban en diferentes cosas y se
encargaba de ponerlos a buen uso cuando se trataba de completar las páginas.
Hoy día aún se suele trabajar de esa forma en Japón, donde artistas de manga
como Takehiko Inoue, el autor de Slam Dunk y Vagabond solo dibuja los
personajes y las caras mientras que sus asistentes completan los fondos y hasta
los entintan. Muchas veces Hergé se encargaba solo de dibujar a los personajes,
dejando los fondos u otros detalles en manos de sus asistentes. A veces llegaba
incluso a dejar en sus manos algunas de las etapas del entintado, pero siempre
abocándose a lo mismo, siempre al resto de las cosas, no los personajes. Sobre
esto Hergé dijo: “Algunos de mis colaboradores darán forma y precisión a los
paisajes, arquitecturas o vehículos que por el momento no están más que indicados.
Hay que cuidar de no lastrar el dibujo, sobrecargándolo con detalles
superfluos. La máxima sencillez y también la máxima fidelidad al estilo
general, pues es necesario que toda la lámina –personajes, aparatos, elementos
del decorado- parezcan ser fruto de la misma mano”.
Lo que sí trataba de
hacer él mismo era entintar todo, ya que ese era el paso que actuaba como el
pegamento que unía todo y unificaba bajo un mismo estilo cualquier mínima
diferencia que pudiera haber surgido entre su dibujo y el aporte de los
asistentes. Para ello se valía de la tradicional pluma y tinta china. Usaba
diferentes plumas por las diferentes líneas que se pueden obtener de ellas y no
usaba regla ni moldes para las curvas. Todo lo hacía a mano alzada, de esa
manera le daba un acabado más orgánico a todo lo que dibujaba ya que era
partidario de la idea de que todo hecho de manera muy perfecta actuaba en
contra del lector, enajenándolo y distanciándolo de la historia.
Proceso de color sin los negros. |
El siguiente paso
consistía en tomar la página entintada y llevarla al taller para la parte
fotomecánica del proceso. Una cámara tomaba una foto de la página completa que
luego se imprimía en un acetato transparente donde solo quedaba lo negro de la
tinta. Con una versión de la página en el tamaño de impresión se trabajaban los
colores en una superficie diferente, luego se superponía la lámina con el negro
y en base a esa conjunción se podían realizar los ajustes o cambios
pertinentes. Hergé no coloreo los libros durante la gran parte de su
producción, dejaba eso en manos de gente más idónea para el trabajo. Sin
embargo él siempre supervisaba todo y nunca tuvo ningún recado en decir donde
hacían falta correcciones, después de todo eran su trabajo y su nombre los que
estaban en juego.
Hergé llego a
producir 23 tomos de las aventuras de Tintín y uno incompleto que fue publicado
de dos maneras diferentes, una incompleta con los dibujos a lápiz y el resto
del guión en forma escrita en 1986 y una más reciente finalizada por el
dibujante Yves Rodier emulando el estilo de Hergé llamado “Tintín y el arte
alfa”. Murió el 3 de marzo de 1983, a los 75 años debido a complicaciones
causadas por la anemia que venía sufriendo pero lo sobreviven las inmortales
aventuras de su querido Tintín, Milú y todo el séquito de personajes
secundarios que pululan por sus libros. Su obra se ha visto traducida a más de
cuarenta idiomas entre los cuales se encuentra desde luego el español y ha sido
adaptada a otros medios como el cine y la animación. Su más reciente adaptación
es la que realizó Steven Spielberg en 2011 llamada “Las aventuras de Tintín: El
secreto del unicornio”.
©2012 Brainstorm producciones.
©2012 Hergé para toda la documentación gráfica.
©1991 by Casterman, Tournai.
Información recabada de los siguientes medios:
Goddin, Phillipe. Cómo nace un comic, espiando a Hergé – Editorial
Juventud, España, 1993.
Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Hergé
Tintín et moi (Tintín y yo). Documental dirigido por Anders
Ostergaard. 2003 Angel Films & Finland Svenska
Television (FST).
Muy buen artículo.
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